👋🏼, soy Adrián y este es el espacio en el que comparto reflexiones y aprendizajes relacionados con el desarrollo personal y profesional.
Urge salir de la carrera de la rata.
Sé cómo eres, sé que eres un cobarde, como lo fui yo, como lo es la mayoría de la gente. Pero no es culpa tuya. Desde pequeños se encargan de quitarnos la libertad, de ir marcando nuestro camino. Empiezan ya por el colegio, con una educación totalmente obsoleta, una educación en la que tratan a todos los niños por igual, sin distinción, en la que lo único que les interesa es que los niños acumulen conocimientos que olvidarán a los pocos días, en lugar de dedicarse a desarrollar la imaginación de cada uno. Un sistema educativo en el que el profesor habla mucho y escucha poco. Un sistema educativo que ha olvidado que nadie aprende a nadar con clases teóricas. Un sistema educativo heredado de cuando tenían que preparar a la gente para ser trabajadores de grandes fábricas.
Por eso, si te fijas, el colegio no es más que el ensayo de lo que después será una jornada laboral. Si eres capaz de doblegar a un niño para que esté sentado sus ocho horas al día —con media hora de descanso—, conseguirás a un adulto preparado para estar ocho horas trabajando —con media hora de descanso—. Nos preparan desde pequeños para ser carne de multinacional. Saben que si nos hacen trabajar ocho, nueve, diez horas al día, cuando lleguemos a casa ya no nos quedarán fuerzas para perseguir nuestros sueños. Saben que cuando lleguemos a casa no tendremos fuerzas ni para cocinar —y así venderán más productos preparados—, ni para leer un libro —y así nos engancharán a una televisión cuya misión final no es entretener, sino que compremos productos—, ni para contarles un miserable cuento a nuestros hijos... en lugar de eso los colocaremos junto a nosotros, en el sofá, frente a la tele... para que, de mayores, sean también carne de empresa.
Y claro, en esa carrera de la rata, nadie se pondrá a pensar que si todas esas horas diarias que dedicamos a trabajar para otros lo hiciéramos para nosotros mismos, seguramente casi todos podríamos vivir perfectamente de nuestros sueños. Por eso quería llevarte a La Isla, porque allí aprendí que la vida puede ser distinta, que hay gente que es capaz de salir de la manada, capaz de mirar más allá de la jaula, porque todos los que están allí han conseguido cumplir sus sueños.
— Eloy Moreno en “El Regalo“.
El “proof of work“ de los mineros de títulos.
Un título universitario señaliza ciertas cualidades sobre su poseedor, pero no las que muchos creen. De hecho, buena parte de las personas que han construido el mundo que conocemos no tenían un título universitario. No dice en realidad mucho sobre su conocimiento o habilidad, sino habla más sobre la capacidad de alguien de cumplir con su deber, de sacrificar unos cuantos años de su vida realizando una serie de tareas y proyectos de más o menos dificultad, aunque no aprenda nada de valor por el camino. Es el Proof of Work de los mineros de títulos.
Los empleadores no pagan a los graduados por lo que han aprendido en cuatro años. Les pagan por una cualidad de su personalidad que los estudiantes ya tenían, pero que les cuesta cuatro años demostrar. El carácter se revela mediante la acción, no mediante las palabras. La causalidad está dada la vuelta: las universidades no hacen buenos a los estudiantes, los estudiantes hacen buenas a las universidades. Harvard no coge a un patán y lo convierte en un genio. Los genios que van a Harvard hacen que los patanes de Harvard parezcan genios.
— Samuel Gil.
Sigue tu curiosidad, aprende cosas y, sobre todo, crea cosas.
Cuanto más precisamente podamos medir la habilidad y el conocimiento, y cuanto más fiablemente podamos crearnos una reputación, menos dependientes seremos de un sistema basado en medir el tiempo que pasamos cerca del reloj de la torre de una universidad como prueba de que poseemos ciertos rasgos de personalidad.
Puede que el sistema educativo sea inútil y esté corrupto hasta la médula. Puede que los empleadores aún no se hayan percatado de que hay otras formas iguales o mejores para seleccionar a sus trabajadores, como ya está ocurriendo.
Pero lo bueno es que las hay y que hoy en día son extremadamente accesibles gracias a la tecnología.
Sigue tu curiosidad, aprende cosas y, sobre todo, crea cosas. Deja un rastro de todo ello de forma que señalice tu valía mucho más que lo que podría hacer un título universitario.
— Samuel Gil.